Una de las grandes ventajas de la grafología es que permite conocer a la persona, más allá de sus ideas o ideales, o de si éstos y aquéllas son compartidos por unos y por otros. Es el caso del perfil que nos ocupa: es su firma la que nos ofrece ese retrato más personal, que va mucho más allá del personaje y de la imagen política.
Si bien a través de una firma sólo puede realizarse una valoración parcial de la personalidad, desde el punto de vista grafológico, al ser la firma sólo un gesto simplificado y que no suele disponer de suficientes grafías, sí se pueden deducir algunos rasgos genuinos de carácter en la firma de Pedro Sánchez.
Es una firma sencilla, con formas que mezclan en igual medida el ángulo y la curva, con lo que se consigue un equilibrio entre templanza y fortaleza de carácter. La simplificación y espontaneidad de las formas revelan una personalidad intelectual y emocionalmente madura, con gran sentido práctico, orgullosa y segura de sí misma pero a la vez sencilla, que no necesita de ningún tipo de ornato para hacerse ver y que, sin embargo, sabe mostrarse tal cual es. Tan sólo se aprecia cierta reserva en lo que concierne a la faceta más íntima y familiar, así como una sutil habilidad diplomática y recatada prudencia, en lo que a la faceta más social y profesional se refiere.
La firma está compuesta por la inicial del nombre y el apellido abreviado. Esto revela una identificación y un sentimiento de orgullo mayor en la faceta profesional que en la personal o familiar. Pedro Sánchez se siente identificado y cree ser plenamente reconocible por este primer apellido, pese a ser “Sánchez” un apellido bastante común en España. Además, el tamaño destacado de la inicial del apellido, y por ser ésta reflejo del ego profesional, es signo manifiesto de carisma, elevada autoestima, amor propio, capacidad de seducción y persuasión, y clarísimas dotes de liderazgo de tipo conciliador.
La “z” final destaca por su notable desplazamiento desde la letra anterior, y provoca un efecto pantalla o escudo, indicativo de desconfianza hacia lo que pueda acontecer futuro, y también hacia las actitudes críticas o potencialmente dañinas por parte de los demás. Este sentimiento de desconfianza, actitud defensiva, cierto temor por lo que pueda acontecer o miedo a sentirse dañado, se manifiesta también en la inclinación invertida o hacia la izquierda que mantiene toda la firma. Pero, pese a dicho temor e inquieta incertidumbre, las proporciones considerables de la firma nos hablan de extraversión, seguridad en sí mismo y confianza en los propios valores, sobre todo en lo que respecta a la faceta más profesional.
La tilde sobre el apellido con orientación proyectada y posicionada alta nos habla de agilidad mental, y de cierto idealismo que no llega a rayar lo utópico. Las agrupaciones de letras nos hablan también de capacidad de lógica, inteligencia y habilidad para hilar pensamientos e ideas de forma ágil, espontánea, dinámica y constante.
Los enlaces curvos entre letras, unidos a la forma en guirnalda abierta que presenta la “n”, reflejan ánimo conciliador, sociabilidad, suavidad en el trato, buen nivel de afectividad, habilidades comunicativas y facilidad para las relaciones interpersonales.
El pequeño “pedestal” que rubrica la firma no es sino un signo de refuerzo de los propios valores y cualidades, una llamada de atención sobre los mismos y una discreta necesidad de reconocimiento y aprobación de los méritos propios por parte de los demás, pero con modestia, sin ningún tipo de pretensión.
Sandra Mª Cerro
Grafóloga y Perito calígrafo
sandracerro.com
Me parece un artículo interesante.