“Debo estar diciendo esto con un suspiro

de aquí a la eternidad:

Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,

yo tomé el menos transitado,

y eso hizo toda la diferencia.”

(Robert Frost, “El camino no elegido”)

La serpiente y la luciérnaga

 Escuché este precioso poema de Robert Frost, por primera vez, en la famosa película El club de los poetas muertos, en la escena en la que el maestro saca a los chicos al patio y les dice que se pongan a caminar a su aire, según su propio estilo, y les enseña que cada uno hemos de encontrar nuestra propia forma de caminar, siendo fieles a nuestras propias convicciones, para alcanzar nuestros propios sueños “aunque toda la manada diga “¡no está bieeeeeen!” o, ahora aplicado a los tiempos de crisis en que vivimos, la manada diga “no es posible”.

El espíritu innovador o talento innovador es una de esas competencias que o se busca y se retiene en la empresa, o se busca porque da carácter de élite a la empresa y, una vez dentro de ella, se minusvalora y destroza. Muchas empresas hacen ondear la bandera de la innovación, atraen talentos innovadores para dar prestigio a la firma pero, una vez dentro, les cortan las alas por razones tan conocidas como la competitividad interna, la envidia y la falta de compañerismo. Es por ello que el espíritu innovador florece más fácilmente –y también lamentablemente- fuera de la empresa; es por ello una de las competencias más destacadas en los emprendedores.

Una bella fábula cuenta que una serpiente perseguía insistentemente a una luciérnaga y, cansada, ésta última le preguntó ¿por qué quieres destruirme? ¿acaso entro en tu ciclo alimenticio?; –No– contestó la serpiente. ¿Acaso, entonces, te he hecho yo algo malo para que quieras sin más acabar conmigo, volvió a preguntar la luciérnaga. –No– respondió la serpiente. ¿Entonces, por qué me sigues y me quieres comer?.

-Porque no soporto verte brillar-

Lamentablemente, existen empresas en las que los empleados sobreviven en una oscura caverna: allí trabajan autómatas, que ven pasar su tiempo entre horas haciendo un trabajo que, muchas veces, nadie conoce y, lo que es peor, a nadie importa. Allí los jefes sobrevuelan como cuervos constatando que has fichado. Que estás –aunque no importe para qué estás, ni qué estás haciendo-. Y deseando que cometas el más mínimo error para lanzarse sobre ti en picado, y tener ahí la oportunidad de ejercer su poder. En la caverna, nadie sabe lo que hace el otro, hasta que hay un escape por algún lado y tienen todos que correr hacia allí para poner el parche, de la mejor forma posible, para que no se note. Y luego todo sigue igual. Robots en silencio haciendo que trabajan, incluso simulando agobio y estrés para que el jefe pueda decir con satisfacción ¡cuánto y qué bien trabajan mis chicos!. Y los chicos, cuando vienen malas y no buenas, saben hacer muy bien la rosca al jefe, diciendo a todo siiiii, mi amo, moviendo la colita, y volviendo como sonámbulos a su puesto para ocupar el rol que se espera de ellos, dejando para ello de ser ellos mismos.

En una caverna así, está claro que si entra una luciérnaga, la van a machacar.

Los jefes-serpiente de este tipo de empresas burocratizadas prefieren tener a su cargo recursos humanos que no se quejen, que hagan el menor ruido posible, que digan sí a todo y que no rechisten, que agachen la cabecita y se limiten a aparentar que trabajan, para que parezca que todo va bien, y para salvar el trasero al jefe cuando un superior les pide explicaciones. Estos son los conformistas. Son especímenes que abundan, y suelen deleitar con la famosa cantinela de es lo que hay; dados los tiempos que corren, tenemos que dar gracias por tener un trabajo.

La escritura de los conformistas suele ser claramente detectable. Es una escritura muy estática, redondeada, poco dinámica, con poca inercia y menos rasgos de fuga. El que quiere quedarse donde está y se conforma, se mantiene anclado en el cuerpo central del escrito, generando un tipo de escritura en bloque. Y el que además de quedarse como está tiene miedo a consecuencias de algún posible cambio, se echará hacia atrás como también su escritura, que aparecerá invertida hacia la izquierda.

talento-conformista

 “No necesito amigos que cambien cuando yo cambio, y asientan cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor” (Plutarco)

 Los innovadores, los inconformistas, las luciérnagas, tienen poca o ninguna cabida en este tipo de empresas comandadas por este tipo de jefes-serpiente, primero, porque se van a aburrir; segundo, porque corren el riesgo de pegar un reventón y se fundan sus plomos en medio de tanta oscuridad; y tercero porque las serpientes no van a parar de hostigarles hasta que se cansen y, o caigan en una profunda depresión o “síndrome de quemado”, o bien decidan marcharse por donde han venido.

 “Los innovadores en la sombra son personas tremendamente creativas y talentosas cuyas ideas acaban en la papelera de un directivo de clase burocrática, incapaz de ver más allá de mañana (presa del miedo al talento y al cambio). Este tipo de directivos son la tumba de la clase creativa. Por eso es muy importante elegir bien la empresa en la que se trabaja. Muchas personas con grandes capacidades creativas deciden trabajar en la primera empresa neardental que les contrata, sin tener en cuenta los niveles de frustración a los que se enfrentarán a los pocos meses de estar allí”.

(Juan Carrión, “Culturas innovadoras 2.0”, ed. LID)

Cualidades de la personalidad innovadora

 El talento innovador se compone esencialmente de cinco características de personalidad básicas:

Autoconfianza: confianza en uno mismo, y creencia en los propios valores e ideas.

Optimismo: ilusión y entusiasmo para enfrentar la realidad de una forma diferente a todo lo conocido.

Creatividad: mente despierta para proponer, para dar forma y crear nuevas ideas, productos, proyectos y mejoras para la empresa; originalidad para hacer algo diferente, de cara a producir mayores y mejores resultados en la compañía.

Flexibilidad: apertura de mente y capacidad de adaptación al entorno que da cabida a esa innovación que se pretende implantar; capacidad de aceptación de propuestas e ideas ajenas.

Capacidad de iniciativa: empuje para llevar la creación y la innovación a efecto, acción para materializar la idea en proyecto, pasión por el riesgo, y emprendimiento con visión de resultados efectivos.

Grafología del talento innovador

La escritura del espíritu innovador será el cóctel explosivo elaborado con los ingredientes de estas competencias positivas que ya hemos visto: escritura espontánea, personalizada con rasgos originales y progresivos e incluso fugados, ágil y vibrante, con puntuación adelantada, predominio de la curva y la irregularidad, con rasgos abiertos, y dirección recta flexible o ligeramente ascendente. En definitiva, un conjunto escrito que marque diferencias por su originalidad y su dinamismo.

talento-innovador

Este artículo forma parte de un capítulo del libro «GRAFOLOGÍA EN LA GESTIÓN DEL TALENTO», Sandra M. Cerro, Plataforma Editorial

Puedes ver también el video El talento innovador, dentro de la serie de videos dedicados a las Competencias esenciales en la gestión de crisis

YouTube video

Sandra Mª Cerro

Grafóloga y Perito calígrafo

www.sandracerro.com

CURSO EXPERTO UNIVERSITARIO EN GRAFOLOGÍA EMPRESARIAL

PARA SELECCIÓN Y GESTIÓN DE RRHH- Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA)

cartela-udima-edificio